En la noche del 29 de enero del 2013 durante una prefiesta espontánea de la campaña contra el 16º Congreso Internacional de Policía (en febrero), cinco coches de la Oficina del Orden en Berlín, en el distrito de Mitte fueron incendiados y el edificio en Berolinastraße fue bombardeado con pintura.
Si tan sólo considerarámos el congreso de policía como exposición de la industria de seguridad, no hubiéramos regalado este pequeño obsequio a los munipas, un cuerpo policial que nos invita a examinar detenidamente su funcionamiento.
Seguro que la mayoría de las veces, las llamadas patrullas del distrito estimulan la furia debido a la imposición de multas y sus procedimientos crueles, incluso por infracciones mínimas. Sin embargo, su tarea más importante parece ser la presencia ubicua del control estatal en la vida.
En toda Europa, el despliegue de las fuerzas armadas ha sido discutido después de los disturbios urbanos -en 2005 en las banlieues francesas, durante el diciembre griego en 2008, después de los disturbios de 2011, en Londres. Hay varias razones por las que pararon esta intervención militar de moda; los respectivos gobiernos son, sin duda, conscientes del hecho de que el orden no se simboliza a través de la presencia masiva de fuerzas altamente armadas, sino que se puede lograr mediante una intensa interacción de las funciones policiales con la vida cotidiana normal. La participación de los ciudadanos en una fuerza de orden público, por lo tanto debe ser suave, y el control mutuo sólo puede ser mejorado con el constante temor de atraer la atención a través de la conducta desviada.
Además, varios Estados han establecido un aparato policial “suave”, junto con las fuerzas habituales. La Guardia Urbana de Barcelona junto a los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional, las policías municipales a lo largo de las zonas calientes de Francia junto a los Compagnies Républicaines de Sécurité, y también policías amigables a los ciudadanos en Londres que tienen más probabilidades de tener acceso a la población. Un equivalente del Ordnungsamt alemán existe en Atenas, con los policías municipales desarmados. Sólo Italia se ha embarcado en un camino excepcional, con patrullas del ejército en las ciudades.
Los departamentos de policía municipales en Berlín se activan cuando no se considera necesaria la intervención policial y, aun así, reportan a los gerentes de distrito, con los que la policía regular y los policías municipales trabajan en estrecha colaboración. La fiesta anual callejera MyFest en Kreuzberg se puede ver como un ejemplo típico de la contrainsurgencia actual.
Los gerentes de distrito y las empresas privadas de seguridad, junto con la policía, han penetrado en las instituciones juveniles y las escuelas. Existe la cooperación de seguridad de la policía con las empresas de construcción de viviendas, escuelas, servicios de transporte público y los proveedores de seguridad privada. Todo esto resulta en ‘pequeños ayudantes de Henkel “(título del diario oficialista alemán” DZ “en relación al senador Frank Henkel y guardias de seguridad de 12 años de edad en MyFest) y una aceptación generalizada hacia el castigo a las violaciones de las normas. Así, un oficial de la policía municipal que comprueba con una regla la correcta colocación de sillas en las fiestas de gastronomía al aire libre o el orden de los puestos en los mercados de pulgas, aparece como un personaje de caricatura.
Esta meticulosidad alemana da miedo si pensamos el presente hace 80 años. La transición silenciosa de la policía de la República de Weimar, a los órganos de seguridad de los nazis causó problemas morales sólo a una pequeña cantidad de policías; ellos sólo habían servido para hacer cumplir una ley existente. Después de eso, simplemente se deslizaron tranquilamente en la Policía del Pueblo (en Alemania del Este) o en la policía de Alemania occidental, siempre con “la ley y el orden.”
Independientemente de si los policías participaron en los genocidios en los territorios ocupados bajo el nombre de “Policía del Orden” (la fuerza regular uniformada en la Alemania nazi) o chocan contigo como “Oficiales del Orden”, porque tu perro no lleva correa, siempre se esconde detrás de todo esto la misma convicción: que la libertad individual de una persona no vale nada en comparación con la construcción de un bien común estático que, lamentablemente, sólo se puede lograr con la violencia.
Con nuestra prefiesta quisimos señalar que esta creencia en la necesidad y justificación de la presencia del Estado en vuestras vidas sólo puede romperse si se demuestra su vulnerabilidad. Y vulnerable es el poder de las fuerzas de los barrios berlineses que están relacionadas con el trato a lxs refugiadxs, el desplazamiento de lxs consumidorxs de alcohol y lxs romaníes de los parques y plazas, y una política represiva contra la juventud, en muchos lugares.
¡HAGAMOS COLAPSAR LA ARQUITECTURA EUROPEA DE SEGURIDAD!
Grupos Autónomos, 30.1.2013