HACER DE ESTA TIERRA DE NADIE, UNA TIERRA PARA TODAS, PARA TODOS.
Mensaje de Navidad 2016
El año 2016 será recordado entre otras cosas por la así llamada crisis en la migración y el refugio a nivel global. Miles de personas siguen saliendo de sus países de origen, por diversas circunstancias, pero en el fondo los dos grandes motores de la expulsión son el sistema económico y la violencia que flagela a las poblaciones, ya sea por la guerra o por las crisis sociales.
El lenguaje de los líderes políticos se ha radicalizado en contra de los pueblos en movilidad; se escuchan los tambores de guerra desde las más altas esferas de los gobiernos de los países más poderosos económicamente. No hay acontecimiento violento que no transversalice y exija el cierre de fronteras, la creación de nuevos muros; se han desatado en este año nuevas olas de discriminación y xenofobia. Y si acaso hubiera voces discordantes con esos discursos de odio a los extranjeros, aun esas voces exigen una “migración regulada” y un análisis exhaustivo para comprobar que verdaderamente los “migrantes económicos” han pasada a ser solicitantes de la condición de refugiados”.
Pero los pueblos en movimiento, siguen a la espera de un sistema económico que genere políticas públicas a favor de ellos. Siguen en camino, buscando una “tierra prometida” y no encuentran más que el aumento de su sufrimiento en las rutas migratorias y en los países de tránsito y destino. Como el poeta – obispo - profeta podemos decir que “el verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte, como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo”.
En La 72, las y los que acompañamos a ese pueblo arrancado desde la raíz de su tierra, somos testigos del aumento de la violencia en contra de él en este territorio que ahora es de nadie; somos testigos del aumento de familias enteras que vienen huyendo de la muerte. Somos testigos de la diáspora letal a la que están obligados a sobrevivir por la persecución y hostilidad del Estado mexicano que sistemáticamente se niega a acogerlos, a darles protección a través de todas sus instituciones y de permitir el accionar de los criminales estén en el gobierno o fuera de él.
Pareciera que la agonía es interminable. Y sin embargo, aun cuando los lamentos son cada vez más tumultuosos de los hijos y las hijas de la itinerancia y laceran el corazón y desgastan el cuerpo y el espíritu; también tenemos el privilegio de escuchar sus anhelos, sus sueños, que son como cantos de esperanza. Creemos, junto con ellos, ellas, que nos tenemos que esforzar mucho más para hacer de esta tierra, una tierra para todas, para todos. Tal como lo declaró el Dios hecho hombre en el que tienen depositada toda su confianza.
Desde La 72, nos declaramos en permanente resistencia, junto a esta nube de testigos para que el pueblo que caminaba en las tinieblas encuentre la gran luz (Is 9,1).
Tenosique, Tabasco, 23 de diciembre de 2016.